Hoy es la segunda ocasión que nieva aquí en Denver este mes de noviembre. Hace una semana nevó un poco pero no comparado como hoy. Un día frío, 25° F (-4° C) y brillante. Blancura resplandeciente que embriaga mi ánimo mientras realizó una breve caminata por el vecindario.
En Atlanta cae una pulgada de nieve y la ciudad se paraliza; se atasca. Aquí en Denver la vida cotidiana no se obstruye ni aletarga. En los vecindarios del centro de la ciudad la gente que acostumbra a caminar o correr bicicleta para llegar a los trabajos, centros de estudio o para hacer diligencias no se amilana.
Decidí visitar uno de los cafés o coffee shops que frecuento en la ciudad para tomar un cortado y para escribir esta breve nota. Acostumbro temprano, al amanecer, visitar uno que abre a las 6:30 de la mañana. Voy caminando pues está localizado a dos bloques del edificio donde vivo. Apenas 6 minutos moviendo las piernas, sin prisa. Nunca pido un café para llevar. Prefiero estar en su ambiente acogedor y su relajante decoración que incluye arte de artistas locales, numerosas mesas con asientos cómodos y afectuosos baristas.
Después de la breve andadura, me encerré a invernar por el resto del día en mi apartamento. Tal parece que va a nevar esta noche y la madrugada de mañana. Veremos a ver. Lo que es seguro es que caminaré temprano por un café.